En este momento estás viendo Cría de Ovejas como complemento productivo

Cría de Ovejas como complemento productivo

El reconocido productor entrerriano, Sergio Taffarel, aporta como gran divulgador los aspectos más destacados de la actividad ovina, desde el gusto por este trabajo, pero también como incentivo en la rentabilidad, pudiendo complementarse sobre todo con las tareas del tambo.

Hace unos 15 años, en cada exposición anual de la Sociedad Rural de Rafaela se le da lugar a las producciones alternativas del campo en nuestra región. Ovejas, chanchos, cabras, aunque también aves, fueron ganando lugar en los corrales del predio de la institución y en 2021 consiguieron una jura en la pista que develó la importancia y la calidad de los ejemplares exhibidos.

Uno de los impulsores de la actividad y una gran difusor es Sergio Omar Taffarel, el titular de la cabaña «El Luchador», hace dos décadas produce en la localidad de Herrera en el departamento entrerriano de Concepción del Uruguay. Oriundo de la zona de Gualeguay y Larroque, tiene un establecimiento de unas 300 hectáreas, a la vera del río Gualeguaychú donde en el campo bajo se tienen vacas de cría y en 35 hectáreas se producen ovinos.

“Mi actividad principal son las ovejas. Porque con los bovinos se hacen un par de negocios al año, pero la oveja es como un kiosco, permite tener un negocio más cotidiano. Eso nos da la posiblidad de hacer circular los ingresos en distintos momentos del año”.

Desde muy joven, Sergio se reconoce como “un loco de las ovejas”. Trabajó siempre para generar una cadena a partir de las ovejas y fue así que consiguió convenios con supermercados para la venta, luego de la faena en un frigorífico, que les permitía dinamizar el negocio, más allá de los fines de semana y las fiestas, que son los momentos de mayor demanda. Muchas veces, debían complementar la oferta con animales que compraban en Corrientes.

Esta actividad necesita una formalización para evitar que los productores recurran a la informalidad, tanto para la faena, como para la comercialización.

En El Luchador, la tradición fue marcada por la raza Hampshire Down, de origen inglés y más conocidas como “cara negra”, que es “la máquina de hacer carne”.

La cabañana, desde 2006, lo llevó a concretar una actividad mucho más profesional, con la incorporación de genética de alta calidad y fue en 2012 que importaron un carnero de Nueva Zelandia.

Incursionaron luego en la raza Dorper, que es semi deslanada, oriunda de Sudáfrica. “Hace tres años me dije que iba a hacerme un regalo de cumpleaños y me compré tres ovejas y un carnero y así arrancamos”.

A eso le agregó “por ser inquieto” una novedad a nivel nacional. “La raza deslanada por excelencia es la Santa Inés, pero empecé a investigar y no había en el país ningún animal ingresado de manera formal. Empezamos a indagar en Brasil, de donde es la raza, pero los protocolos no nos permitían traer animales, ni semen, ni embriones, entonces nos contactamos con la Asociación de Criadores de Santa Inés de Paraguay y a fines de 2019 importamos cuatro ovejas y un carnero”.

Inscriptos en la Sociedad Rural Argentina, así El Luchador es el primer productor argentino de la raza Santa Inés.

“Es una raza carnicera por excelencia y no tiene lana. Hoy por hoy la lana es una complicación, porque no se consigue mano de obra para esquilar, sobre todo en nuestra zona, por lo tanto las razas doble propósito pierden valor y el costo extra que tiene el mantenimiento de los animales lanados para hacer carne, hace que muchos piensen en cambiar de actividad”.

Tafarel explica que “el nicho que nosotros hemos visto es el de tener animales Santa Inés, que no tienen lana, que tiene buen porcentaje de crecimiento, muy prolíficos porque son poli-extra-continuas en la reproducción, a diferencia de otras razas que son poli-extra-estacionarias. Tienen celos todos los meses y esto permite darles servicio para poder ordenar las pariciones”, que es lo que asimila el manejo a los rodeos bovinos y permite complementar también las actividades.

La diferencia entre los animales lanados y deslanados, “brinda una diferencia en el manejo, pero también en los costos de producción”, del mismo modo a los que precisan esquila y mantenimiento de la lana, se les puede generar algún problema sanitario, e incluso de desarrollo del propio animal.

La participación en las exposiciones lo llevó a Sergio Taffarel a ser jurado de ovinos en 2019 en la pista de Palermo, como una suerte de consagración, de reconocimiento a su tarea que va mucho más allá de la cría de animales, sino que lo hace una suerte de promotor de la actividad, cargando de consejos a quienes lo consultan. “Eso para mi fue la mayor satisfacción, porque fueron mis colegas los que me eligieron para que yo le juzgara a ellos sus animales”.

“Esto es totalmente familiar, acá trabajamos todos con las ovejas”, manteniendo las tres razas y mejorando de forma constante la genética de las majadas.

Los desafíos

No tener a disposición frigoríficos preparados para la faena de animales de menor porte es uno de los problemas que encuentra la actividad. “Es una de las complicaciones, pero no la mayor. Lo que realmente sucede es que los frigoríficos no tienen oferta en cantidad y continuidad para que sea rentable. Como no se pueden faenar ovinos y bovinos juntos, los frigoríficos tienen que tener la rentabilidad suficienta como para dedicar un día entero a ese trabajo”.

Por lo tanto, “debe haber una política de Estado que incentive a los productores a llevar todos los animales a faenar en los frigoríficos, para que pueda ser rentable para todos”. Para esto en la provincia de Santa Fe se trabaja actualmente en multiplicar las plantas industriales habilitadas para la faena.

“Los productores tienen que entender que aunque el cordero informal sea muy rentable, se tiene que ceder un porcentaje para formalizar la actividad. Todos tenemos que contribuir para que la actividad sea formal, pero no sólo desde la producción primaria, sino en las gestiones de Senasa, de los frigoríficos, e incluso en el combate del abigeato por parte de las fuerzas de seguridad”.

Además de esto, para Tafarel la oportunidad de la diversificación en el consumo de proteínas es el empujón necesario para que desde los diferentes estamentos del Estado “se incentive a la producción, no sólo quedarse en la promoción del consumo. Porque si se aumenta mínimamente el consumo per cápita al año, no daríamos abasto para poder abastecer esa demanda, por lo tanto, tenemos que enfocarnos en uno de los eslabones más importantes de la cadena que es la producción primaria”.

De la misma manera, “hay que salir de la idea del cordero asado, de unos 10 a 12 kilos, sino que hay que pasar a promover la carne ovina, que a los productores nos significa una carcasa de 18 a 20 kilos, que no deja de ser un cordero, que es una categoría que va hasta que el animal corta dos dientes, pero ese animal con genética bien criado puede llegar los 25 a 30 kilos, con un buen sabor, siempre dependiendo de la calidad genética y de la forma de manejo que tenga”.

Complementariedad

Sergio Tafarel entiende que quienes ya tienen experiencia en el trabajo diario con animales encuentran en los ovinos una oportunidad de ampliar su producción, pero sobre todo su rentabilidad.

“Todo pasa por el criterio de cada productor, pero básicamente quienes tienen tambo tienen un gran beneficio, que es conocer lo que es la alimentación y para esta producción es fundamental tener aceitada la producción de alimentos. A esto hay que agregar una infraestructura que no es muy costosa, pero que requieren las ovejas”.

No es suficiente un boyero como para las vacas, las ovejas “que son animalitos dóciles y chicos”, requieren adaptar mínimamente algunos corrales, en cuanto a alambrado, los espacios de encierre, e incluso en alguna manga adecuada, para que el manejo sea más cómodo.

Esta es una actividad linda, en la que puede intervenir toda la familia, porque incluso al hacerla a escala resulta muy rentable”, e incluso con un menor porcentaje de complicaciones sanitarias, en comparación con otros rodeos. “Los que hacemos ovinos decimos que la que hacemos es una carne algo más saludable que la bovina, porque el animal recibe menos vacunas, salvo en casos puntuales”.

En este contexto, “es fundamental el trabajo de acompañamiento que hace la Rural de Rafalea, pero también otras intituciones para la promoción de esta actividad. Todo lo que sea promoción, formación, capacitación de los productores, e incluso la promoción de la gastronomía a partir de la carne ovina”.

Tafarel resalta que las provincias adhirieran a la extensión de la Ley Ovina en 2021, que permite una ampliación de fondos para la inversión en esta producción, que son aportes reintegrables para poder diversificar las actividades dentro de una misma unidad productiva, buscando que el sustento de los productores amplíe los objetivos y genere más arraigo en el área rural, pero a la vez mayor disponibilidad de productos para el mercado interno y quizá más adelante para la exportación.

Sergio es un apasionado de su trabajo, su orgullo es el logro familiar de tener una cabaña que mejora cada día, de contar en su equipo de trabajo con su hijo, el veterinario “Chino” Tafarel, pero lo que no se olvida de mencionar es que “esta es una actividad que me reconforta, que me gusta y que también me da sustento y me permite llevar adelante a toda mi familia”.

Las producciones alternativas, para muchos son fundamentales y principales, pero sin dudas son clave para poder sustentarse desde la diversidad en un contexto cambiante y complejo, en un campo que necesita ampliar sus objetivos.