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«Los fitosanitarios orgánicos también tienen impacto si son mal empleados»

El Ing. Agr. Guillermo March ofrece su mirada y experiencia en el contraste de los productos de síntesis y los biológicos, orientado a la mejor manera de producir, sobre bases científicas y desmitificando criterios instalados por trascendidos incomprobables.

El debate sobre los fitosanitarios que se planteó en los últimos meses en Rafaela incluye certezas, confusiones, ideas erradas y muchos condimentos lejanos a la ciencia.

Hay quienes creen que la única alternativa para el control de plagas en agricultura son los productos de “origen natural”, sin embargo, hay aspectos a destacar tales como su utilización, la correcta aplicación, los usos posibles y los rincones no atendidos por los mismos.

Para entender esta situación y al aguardo de una definición legislativa en la ciudad al respecto, la Sociedad Rural de Rafaela contactó a uno de los especialistas más destacados en la materia, para dilucidar “cuándo el árbol no deja ver el bosque del impacto ecotoxicológico”.

El Ing. Agr. Guillermo J. March fue profesor titular de Sanidad Vegetal de la FAV-UNRC e Investigador del INTA-CIAP, hasta su jubilación. Actualmente continúa su labor sobre el impacto eco-toxicológico de las plaguicidas, en cursos, conferencias, artículos, y consultorías.

En 2018 fue distinguido por la FCA-UNC “por sus destacados aportes al estudio del impacto social y ambiental de los plaguicidas,” y por el sistema productivo con el “Premio al Agro de Córdoba – Premio AgroVoz”.

March en el artículo a continuación acerca una mirada sencilla sobre la situación y asegura que “no hay que tenerle miedo a las tecnologías, si a quienes las usan”, por tal motivo es preciso aprender a utilizarlas y hacerlas valer.

De los plaguicidas orgánicos

Algunos viven obsesionados por el uso de productos químicos de síntesis para el control de plagas en agricultura, olvidándose que en sus hogares usan cada día algún insecticida de síntesis u otro producto químico, como lejías, desengrasantes, destapa cañerías, con consecuencias que la mayoría desconoce si su uso no es el correcto.

Pero claro, como los plaguicidas orgánicos son de “origen natural”, son “inocuos a la salud y el ambiente”. ¡Qué diría Sócrates!, aquel filósofo griego del té de cicuta, o las amigas de Yiya Murano, a las que invitaba con un tecito de cianuro!.

Algunos aceites plaguicidas orgánicos irritan los ojos y otras membranas mucosas; incluso, algunos son alérgicos a ellos. Qué me dicen del “piretro”, de muy baja toxicidad para los humanos, pero que no solo mata insectos dañinos sino también benéficos, y por si fuera poco, también es tóxico a peces y anfibios.

Preocupados por la disminución de las poblaciones de abejas, muchos recurren a los orgánicos. Lamento informarles que algunos no son tan inocuos, como Beauveria bassiana, tierra de diatomeas, piretro, jabón potásico y aceite mineral, todos tóxicos a estos insectos benéficos. También los hay de baja toxicidad y sin toxicidad. Solo hay que saber elegir el correcto, como con los de síntesis.

En el siglo pasado fueron prohibidos en Argentina varios plaguicidas de “síntesis”, pero también algunos que por su origen “natural” se clasificarían de “orgánicos”, como arseniato de plomo, fenil acetato de mercurio y sulfato de estricnina; incluso, recientemente SENASA (2017) dio de baja la rotenona, aclarando que en Argentina no hay productos comerciales con este activo.

Es importante señalar que los trabajos científicos mostrando la vinculación de la rotenona a la enfermedad de Parkinson, son concluyentes. Como ocurrió con algunos de síntesis la historia se repite, ¡se “descubrieron” sus efectos sobre la salud, después de años de uso!.

Otros “desaparecieron” paulatinamente como el sulfato de nicotina, por su toxicidad y amplio espectro al afectar también insectos benéficos, aves y peces. En la Resolución 374/2016 del Ministerio de Agroindustria se excluye al tabaco; no obstante, en publicaciones recientes -que no son del Ministerio-, se incluye el uso de hojas de tabaco molidas en producción orgánica.

Están también los que por su movilidad pueden contaminar cursos de agua, generando costos adicionales en las tareas de potabilización, como el metaldehído en la Unión Europea y en Estados Unidos, reglamentándose la cantidad que puede aplicarse (EU-EFSA, 2010 y EPA-EE.UU., 2011).

Nosotros lo usamos como cebo tóxico para el control de caracoles y babosas en los jardines; pero sea cuidadoso, puede causar intoxicaciones por ingestión en perros y gatos; por lo tanto, infórmese de cómo, cuándo y dónde aplicarlo, y así disminuir los riesgos de un producto práctico de usar y eficiente.

A propósito, como la industria obtiene metaldehído de la polimerización del acetaldehído en condiciones ácidas, me surgió una duda, ¿el que usamos en producción orgánica, será de “síntesis” o será “natural”?.

Los fungicidas más usados en producción orgánica de vid, frutales y papa, son a base a cobre.

Particularmente en la Unión Europea los fungicidas cúpricos se aplican en el control del mildiú de la vid (vino, champagne), el tizón de la papa (alimento clave en varios países europeos) y la sarna de la manzana. Ya en 1991 la Comunidad Económica Europea-CEE determinó que debían prohibirse a partir de 2002, pero las enfermedades no se enteraron y siguieron presentes. En 2011 se prorrogó nuevamente su uso hasta el 31 de enero de 2018 (Resolución 540/2011), pero a fines del 2017 lo extendieron por 25 años.

Seré curioso, durante los 30 años transcurridos desde 1991, los fungicidas cúpricos ¿tuvieron o no impacto?.

Algo es seguro, aquellos que no los usaron en papa, tuvieron menor producción e incluso pérdidas totales. Más aún, recientemente bodegas de EE.UU., Francia y otros países europeos han dejado el cultivo de vino orgánico, por la acumulación de cobre en el suelo.

Estudios realizados en distintos cultivos, muestran que a los fungicidas cúpricos les corresponden generalmente los mayores valores de impacto eco-toxicológico (EIQ-Environmental Impact Quotient).

No olvidemos que como ocurre con los combustibles fósiles que quemamos cada día (petróleo, gas, carbón), el cobre y el azufre, que es otro fungicida “natural” muy usado, son también no renovables. Entonces ¿de qué sustentabilidad hablamos en producción orgánica?.

Respecto a los herbicidas en producción orgánica, la Pesticide Action Netwok-PAN (2017) señala “el ácido acético, el ácido cítrico, el aceite de clavo y la harina de gluten de maíz como de gran potencial”; “pero como no son dirigidos específicamente a la maleza, también afectan otras especies no objetivo”; concluyendo que “los herbicidas naturales deben usarse sólo cuando todos los demás métodos hayan fallado,… aunque sean productos químicos naturales”.

El uso del ácido acético como herbicida esta difundido en la Unión Europea y en Estados Unidos. Su eficiencia depende del tipo, edad y densidad de la maleza. Si bien su coeficiente de impacto ambiental (EIQ) es similar al de algunos herbicidas de síntesis, el problema puede ocurrir en su impacto a campo, ya que el mejor control se logra con elevadas concentraciones del formulado y volúmenes de uso. Como ejercicio práctico, calcule el EIQ resultante de su uso a campo para salir de la duda.

Además, mientras el ácido acético “natural” se produce a través de fermentación anaeróbica obteniendo el vinagre de vino o de manzana, la industria también lo sintetiza por oxidación del acetaldehído o carbonilación del metanol. ¿Cuál será el ácido acético que se vende como herbicida “orgánico”, el de origen “natural” o el de “síntesis”?.

En producción orgánica, además de los herbicidas “naturales” se mencionan alternativas como el uso del fuego y el laboreo mecánico. Son numerosos los parámetros a tener en cuenta para determinar los efectos que induce el fuego sobre el suelo; cambios en la estructura y textura, C, nutrición, pH, conductividad eléctrica y capacidad de intercambio catiónico, hidrología y erosión, entre otros.

Entre los efectos sobre la biota, alteraciones en su abundancia, riqueza, uniformidad y diversidad, y en consecuencia en su funcionamiento.

Párrafo aparte para las especies nativas que habitan nuestros suelos, y que nuestros investigadores transforman en “curasemillas” con funciones que hacen a una mejor agricultura.

Hay si un efecto común en la mayoría de los suelos afectados por el fuego, que es la recuperación de la situación anterior al tratamiento con fuego, que puede significar períodos que superan a los cultivos anuales; lo que puede agravarse si esta tecnología “orgánica” es aplicada varias veces en el año. ¡¡Y la Biodiversidad!!.

Sobre el laboreo mecánico para controlar malezas en grandes extensiones, bien sabemos y “sufrimos” lo que significó el uso durante décadas del arado de rejas, las rastras, el rolo. ¿O será que algunos no lo saben?.

Claramente el control de las malezas es uno de los puntos débiles de la agricultura orgánica; no obstante, es interesante mencionar que están en desarrollo o disponibles, tecnologías basadas en el uso de microondas, laser, aire caliente, electricidad, para intentar este control. Habrá que verlos andar, como diría un amigo.

De los Insumos, Procesos y el Conocimiento

Si no se siente capaz de formular sus propios plaguicidas orgánicos, y prefiere conocer los que hay formulados en el mercado, tiene varias opciones, consulte a expertos en el tema, revise las listas de productos activos o formulados del SENASA, consulte a las empresas de fitosanitarios, recurra a CASAFE y CIAFA, o pídale a su hijo o nieto que busque en Google.

No encontrará una oferta similar en cantidad y diversidad de formulados para controlar una misma plaga/enfermedad/maleza, como ocurre con los de síntesis; pero además, debido a las amplitud de información, conocimientos y experiencia que tenemos con respecto a los plaguicidas de síntesis -que nos posibilitan cada día un mejor manejo-; será también clave conocer las propiedades y características que les son propias a los “orgánicos”, como forma de acción, residualidad, persistencia, propiedades físico-químicas, eficacia de plaguicidas “orgánicos formulados” vs “preparados caseros”, etapa de desarrollo de insectos y malezas al momento de los tratamientos, dosis y volúmenes de uso, frecuencia de las aplicaciones.

También su toxicidad (peligro) e impacto eco-toxicológico (riesgo). ¿O será suficiente su “origen natural” para garantizar su eficiencia y su inocuidad?.

En pocas palabras, el impacto de un plaguicida sobre la salud y el ambiente no depende si es de síntesis u orgánico, sino de su uso correcto basado en el conocimiento.